Dido & Eneas: Está basada en una historia de amor extraída del libro IV de la Eneída de Virgilio, sobre la legendaria reina de Cartago, Dido, y el refugiado troyano Eneas. Cuando Eneas y su tropa naufragan en Cartago, él y la reina se enamoran. Pero, por envidia a Dido, los dioses se confabulan y le hacen creer al héroe que debe partir y que su destino es refundar Troya. Dido, se lamenta ya que no puede vivir sin su amor, sin embargo, cuando Eneas decide quedarse, ella lo rechaza, y se deja morir. Todo transcurre en el Palacio de Dido. Allí, Eneas, que viene escapando de Troya, finalmente encuentra refugio en la ciudad de Cartago. Dido no se atreve a declararle a Eneas el amor que por él siente pese a que su hermana Belinda, acompañada por un séquito de damas, logra convencerla de que el príncipe también la ama. Aparece por fin Eneas en el palacio y todos celebran la futura felicidad de la pareja. Cuadro 1. La acción se desarrolla en una cueva en la que una hechicera quiere destruir a Dido, y para ello involucra a sus brujas en el plan. Ella misma (la hechicera), disfrazada de Mercurio, mensajero de los dioses, recordará a Eneas la orden de Júpiter de regresar a Italia para fundar un nuevo reino. Entre tanto, se desata una tormenta. Cuadro 2. Tras la tormenta, un claro en el bosque, en donde Dido, Eneas y su séquito descansan tras la persecución. Las brujas se lanzan sobre ellos y dispersan a los cazadores que se encuentran cercanos. Eneas se queda solo. El falso Mercurio se enfrenta a él y le advierte que siga las órdenes de Júpiter. Eneas finalmente, se rinde, aunque lleno de dudas. Cuadro 1. La acción se produce en el muelle donde la hechicera y las brujas observan con alegría todos los preparativos de la marcha de Eneas, y traman causar más desgracias: es necesario que Dido muera, que arda Cartago y que los troyanos se hundan en el mar. Cuadro 2. En el Palacio de Dido, la soberana de Cartago se lamenta de su amargo destino, pero aparece Eneas y le explica que decide quedarse en Cartago y no seguir las órdenes de Júpiter, sin embargo, ella, lo rechaza y se suicida.
Orfeo: Tras una tocata instrumental de metales en RE Mayor con carácter estruendoso, aparece la Música, haciendo alabanzas de los presentes e instándolos a guardar silencio, mientras se narra la historia de Orfeo, hijo del dios Apolo y la musa Calíope. En un prado en medio del campo, ninfas y pastores celebran con alegría el día esplendoroso en que se casarán el mítico cantor de la Tracia, Orfeo, y su amada, la ninfa Eurídice; cantan uno de los pasajes corales más representativos de la época, «Lasciate i monti». Orfeo relata cómo se enamoró de ella y ésta responde con el mismo ardor. Luego va con sus compañeras a recoger guirnaldas de flores. Pastores y ninfas continúan con sus danzas y alegres cantos, mientras reinan el regocijo y la felicidad. Rodeado por los pastores, Orfeo entona un canto a la naturaleza y cuenta cómo corría por los sombríos bosques antes de haberse enamorado. La alegría se interrumpe cuando llega la Mensajera, quién le anuncia a Orfeo que una serpiente mordió a su amada Euridice causándole la muerte. La propia Mensajera lamenta tener que dar semejante noticia. Orfeo decide descender a los infiernos a rescatar a Eurídice (al descenso voluntario al infierno se lo denomina catábasis), entonando un desesperado lamento. Orfeo llega a la laguna Estigia acompañado por la Esperanza, pero ésta le anuncia que no puede llevarlo más allá porque vio grabado en la piedra el texto que cita a la Divina Comedia de Dante: "Abandonad toda esperanza los que entráis". Caronte se niega a darle paso en su barca, pero Orfeo logra dormir al vigilante con su arpa, y robándole la barca cruza la laguna entrando directamente en el infierno. Mientras, un coro de espíritus infernales celebra al Hombre, esa criatura que no intenta ninguna empresa en vano, y contra el cual la Naturaleza no sabe armarse. Orfeo ha llegado a los infiernos, y con su canto logra emocionar a Proserpina. Ésta le ruega a Plutón que le permita a Orfeo recuperar a su amada Eurídice, haciendo referencia a su antiguo amor, por el cuál él la raptara y la llevó a los infiernos. El dios reconoce también haberse conmovido con el canto de Orfeo, y finalmente acepta y permite que Eurídice le siga, con la condición de que Orfeo no vuelva la mirada a su amada hasta que hayan salido del infierno. Orfeo parte de los infiernos seguido por Eurídice. Cuando llegan a la superficie Orfeo mira atrás para ver si Eurídice realmente le sigue, pero al hacerlo a Eurídice todavía le queda un pie dentro del inframundo y se empieza a desvanecer y un espíritu, ministro de Plutón, le amonesta:”Roto has la ley, e indigno eres de gracia”. Orfeo intenta seguirla, pero es expulsado del infierno. El coro cierra el acto con esta observación: “Venció al infierno Orfeo y fue vencido por sus propias pasiones”. Orfeo regresa al campo de Tracia lamentando su soledad, vagando sin rumbo y llorando su amor perdido. El eco repite su lamento trágico y Apolo, dolido por el sufrimiento que aqueja a su hijo, desciende del Olimpo y le dice que lo acompañe al cielo, donde encontrará la bella semblanza de Euridice en el sol y en las estrellas. Padre e hijo cantan un alegre dúo, mientras ascienden al cielo donde alcanzaran la alegría eterna.