El Impresionismo nace como una evolución a ultranza del Realismo y de la Escuela paisajística francesa de finales del siglo XIX. El Impresionismo se corresponde con una transformación social y filosófica; por un lado, el florecimiento de la burguesía, por otro, la llegada del positivismo. La burguesía, como nuevo fenómeno social, trae sus propios usos y costumbres; unos afectan al campo, que deja de ser lugar de trabajo para convertirse en lugar de ocio: las excursiones campestres. Es el mundo retratado por Monet y Renoir. La ciudad, por el contrario, se convierte en nuevo espacio para la nueva clase social: aparecen los flanneurs, paseantes ociosos que se lucen y asisten a conciertos en los boulevards y los jardines de París. También cobra relevancia la noche y sus habitantes, los locales nocturnos, el paseo, las cantantes de cabaret, el ballet, los cafés y sus tertulias. para ellos se han terminado los temas grandiosos del pasado. El positivismo acarrea una concepción de objetividad de la percepción, de un criterio científico que resta valor a todo lo que no sea clasificable según las leyes del color y de la óptica.
El expresionismo es una manera de inclinar la balanza de un cuadro desde la forma hacia la expresión del contenido. Potenciar el impacto emocional del espectador a través del colorido, las formas retorcidas, la composición agresiva, etc. Pinturas expresionistas las podemos hallar desde los inicios del arte, siempre que respondan a esta intención de moldear la realidad para volcarse sobre la emoción interior. Así, los rostros de la pintura románica son plenamente expresionistas o las esculturas medievales de monstruos del infierno. Según entraba el siglo XX el expresionismo se definió más como corriente característica dentro de los "ismos" de la vanguardia, o mejor, en oposición a ellos, en especial a la mesura racionalista del cubismo. Estos movimientos estuvieron muy ligados a otras formas artísticas, como el teatro, la música y la literatura: Schoenberg puso música a muchas exposiciones del primer grupo expresionista.
La atonalidad libre implicó un intento consciente de evitar la armonía diatónica tradicional. Las obras de este período incluyen la ópera Wozzeck de Alban Berg y Pierrot Lunaire de Schoenberg. La segunda fase, que se inició después de la Primera Guerra Mundial, fue ejemplificado por los intentos de crear un medio sistemático de componer sin tonalidad, lo más famoso posible el método de componer con 12 tonos o la técnica dodecafónica. Este período incluyó Lulu de Berg y Lyric Suite, Concierto para piano de Schoenberg, su oratorio Die Jakobsleiter y numerosas piezas pequeñas, así como sus dos últimos cuartetos de cuerda. Schoenberg fue el principal innovador del sistema, pero su alumno, Anton Webern, se afirma como anécdota que ha comenzado vinculación dinámica y el tono de color de la fila primaria, por lo que las filas no sólo de lanzamientos, sino de otros aspectos de la música también. Sin embargo, el análisis real de las obras de doce tonos de Webern ha fracasado hasta ahora para demostrar la verdad de esta afirmación. Un analista llegó a la conclusión, después de un examen minucioso de las Variaciones para piano, opus 27, que mientras que la textura de esta música puede parecerse superficialmente que de alguna música serial, su estructura no lo hace. Ninguno de los patrones dentro de las características non pitch separados sentido audible en sí mismo. El punto es que estas características siguen jugando su papel tradicional de la diferenciación.
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